El Bernabéu volvió a ser el mayor frenopático del mundo y al Real Madrid no hay quien le ponga la camisa de fuerza. Los blancos estuvieron clasificados, eliminados y clasificados otra vez en una masacre defensiva que les hizo encajar cuatro goles de la Real Sociedad. Los de Ancelotti sufrieron un primer golpe con un gol de Barrenetxea, pero con un golazo de Endrick empataron en la primera parte. Sin embargo, los de Imanol se pusieron 1-3 en el 80. Ahí apareció el ADN del Madrid, que hizo sendos goles gracias a Bellingham y Tchouaméni. Pero Oyarzabal hizo el 3-4 que llevaba el duelo a la prórroga. Allí emergió El Loco Rüdiger (no podía ser otro) para volar sobre el nido del cuco y cabecear el 4-4 definitivo que metía al Real Madrid en la final de Copa.
Ancelotti dispuso un once atractivo y también un poco raro. Mbappé daba la alternativa a un Endrick que es como Froilán: se viene arriba si hay copas de por medio. Regresaban algunos intocables que fueron suplentes ante el Leganés como Tchouaméni, Valverde, Vinicius y Rodrygo. Ah, y Camavinga era lateral izquierdo, esa demarcación en la que le colocó Deschamps y cuyo invento copió Carletto con resultado dispar. Porque con Camavinga no hay medias tintas: o se sale o la lía parda. También descansaba Rüdiger, que tiene más trabajo que el abogado de Begoña Gómez, y entraba en su lugar un Alaba que sigue buscando su mejor yo..
Con descansos y retoques este era el once del Real Madrid para medirse a la Real Sociedad por un puesto en la final de Copa de La Cartuja: Lunin; Lucas, Asencio, Alaba, Camavinga; Tchouaméni, Valverde; Rodrygo, Bellingham, Vinicius; y Endrick. Enfrente, los de Imanol se plantaban en el Bernabéu sin nada que perder, porque el 0-1 de Anoeta ya les dejaba con un pie fuera de la Copa. Y ese cartel de (casi) desahuciados les volvía todavía más peligrosos. Y hablando de peligro, pitaba Alberola Rojas.
De salida apretó la Real Sociedad aunque al Real Madrid no le hizo ascos a la pelota. El primer escarceo fue de Endrick en la frontal con un disparo que se marchó desviado. También el segundo en una buena maniobra en el área en la que hizo valer su cuerpo para rematar de chilena desde el área grande. Igual se marchó fuera. Y luego Vinicius probó a Remiro con un disparo desde el vértice del área.
La Real pega primero, Endrick después
Los tres avisos del Real Madrid fueron respondidos por la Real con un sopapo a las primeras de cambio. Asencio, El Renovado, se descolocó estúpidamente al ir a la presión al medio campo para intentar apretar a Zubimendi. Llegó tarde, el mediocentro vio el desmarque de Barrenetxea, que le ganó la espalda a Lucas Vázquez como se la ganan todos. Barrene se metió en el área, nadie le siguió y se la puso por debajo de las piernas a un Lunin transparente.
Se recompuso el Real Madrid en torno a la pelota pero los de arriba andaban ofuscados. Bellingham las pedía todas pero los de Imanol se multiplicaban como gremlims pasados por agua. Por unas cosas o por otras, nos asomábamos a la primera media hora con la Real Sociedad por delante. Y si antes lo escribo, zas, gol del Madrid.
La jugada se la inventó Vinicius con un soberbio pase con el exterior al desmarque de ruptura de Endrick. Aceleró el pequeño y potente delantero dejó sentado a Zubeldia y se plantó ante Remiro. La picadita de Endrick fue como un traje de Armani: sutil y elegante. Un golazo que devolvía al Real Madrid su plaza provisional en la final de Copa.
La Real acusó el golpe y el Real Madrid mantuvo el dominio hasta el descanso, que los de Imanol pedían a gritos como agua de mayo. En la última jugada de la primera mitad Kubo pidió penalti por agarrón de Vinicius pero ni Alberola ni el VAR le hicieron caso. Es cierto que el brasileño le echó las manos a la cintura pero sin la fuerza ni intensidad suficientes para cobrar penalti.
El penalti más claro del mundo
El descanso llegó justo a tiempo para templar los ánimos. Del que volvimos con una mano de Remiro bajo palos para evitar el gol olímpico de Rodrygo. Apretaba el Real Madrid y llegó el show de Alberola. Y del VAR comandado por un tal Trujillo Suárez. A la salida de un córner Remiro, aunque sin querer, le metió un bofetón a Bellingham en su intento de despejar. Era un penalti tonto pero clamoroso. Pues nada, al limbo.
El partido de repente se volvió algo más bronco y se llevaron sendos topetazos Zubimendi y Endrick. La Real Sociedad trataba de volver al partido justo cuando Fede Valverde se echó al suelo tras sufrir un pisotón involuntario de Sucic. El partido empezaba a ser una lista de soldados caídos. El uruguayo, tras ser atendido, volvió al césped. Respiró el Bernabéu en pleno.
Bellingham hizo lucirse a Remiro con un disparo blandito y raso desde la frontal. En el 65, como casi siempre, le sonó la alarma del Nokia a Ancelotti, que decidió que ya era hora de sacar a Mbappé. El Real Madrid seguía gravitando sobre un ubicuo Bellingham. Imanol también movía el banquillo en busca de oxigenar a su equipo.
En el 69 Lunin sacó una mano milagrosa a Zubimendi a la salida de un córner. Se durmió toda la defensa y el remate del realista se envenenó tras botarle delante al meta del Real Madrid. Y dos minutos después Oyarzabal no acertó a controlar un buen pase de Kubo cuando lo tenía todo a favor. A la tercera sí que fue la vencida para los visitantes. Fue una acción de Aramburu por la derecha. Se internó en el área, centró y en su intento de despejar Alaba se metió el balón en su portería.
Una locura de partido
Pues nada. Otra vez a remar. Ancelotti metió a Modric por Lucas Vázquez y retrasó a Fede Valverde al lateral derecho. El Real Madrid estaba zombie. Se veía venir el tercero de la Real. Y vino. Todo arrancó en un error de Modric, que se la dejó a Kubo sin querer. El japonés se internó en el área por la derecha, sentó a Camavinga y dio el pase atrás a Oyarzabal. El disparo del capitán tocó en Alaba, que alteró del todo la trayectoria y cayó el tercero.
El Bernabéu alucinaba pero el Real Madrid reaccionó bien. Se puso el traje de Champions y empató por la vía rápida. La jugada fue de Vinicius, que esta vez prefirió jugar en equipo en lugar de fumársela solito. La puso con la zurda y allí atacó Bellingham el centro del área para rematar de primeras y lograr el 2-3 que al menos llevaba el partido a la prórroga.
Pero el Real Madrid nació en un frenopático y se mueve bien en la locura. Era ya el 85 cuando Tchouaméni se elevó a la altura del techo retráctil para cabecear un córner botado por Rodrygo. Remiro, que no supo despejar el cabezazo como si la pelota ardiera, hizo el resto y los blancos anotaron el 3-3 que volvía a ponerles con un pie en la final de Copa.
Pasaron los minutos finales y lo siguió intentando la Real Sociedad hasta el final. Logró el 3-4 en una acción a balón parado que se comieron primero Lunin y luego Alaba, la pelota cayó en la cabeza de Oyarzabal, que sólo tuvo que ponerla a la red. Siguió apretando el Madrid y pudo lograr el 4-4 si no hubiera metido una mano salvadora Remiro.
Otra prórroga
Nos fuimos a la prórroga en un partido de locos. Ancelotti metió de golpe a Rüdiger y Fran García por los desafortunadísimos Alaba y Camavinga. Perdonó Vinicius en el minuto 2 de la prórroga tras una buena asistencia de Mbappé. Dominaba el Madrid y replegaba la Real Sociedad. Ambos equipos emitían inequívocos síntomas de agotamiento. Pasaron los minutos, perdonó una Mbappé y alcanzamos el intermedio de la prórroga.
Ancelotti hizo sus dos últimos cambios: Güler y Brahim por Asencio y Rodrygo. Alberola perdonó la roja a Olasagasti que le metió una coz alevosa a Vinicius. El colegiado estaba encima pero lo dejó en amarilla y el fulano del VAR, el mismo que se había comido el tortazo de Remiro, se quedó traspuesto, así que el realista siguió en el campo.
También siguió apretando el Real Madrid hasta que encontró el cuarto. Fue otra vez en un córner. Lo botó magistralmente Güler y lo cabeceó en el primer palo Rüdiger con un testarazo que hizo estallar a todo el Bernabéu. Nadie cuerpeó al alemán, que marcó a placer y se fue a celebrarlo con la grada.
A los de Ancelotti sólo les quedaba aguantar los últimos cinco minutos de este interminable y loco partido. Lo hizo y acabó metiéndose en la final de Copa tras un partido inolvidable, plagado de errores, pero que fue de esos que pegan al espectador al sillón durante más de dos horas.